Existe una vieja historia de India que nos habla de la soledad de Dios: Brahma.
No existía nada más que Brahma, y por esa razón estaba muy aburrido.
Brahma decidió jugar a un juego, pero no tenía a nadie con quien jugar.
De modo que creó a una hermosa diosa, Maya, con el único propósito de divertirse.
Una vez que Maya existió y Brahma le explicó el propósito de su existencia, ella le dijo:
«De acuerdo, juguemos al juego más maravilloso, pero tú harás lo que yo te diga».
Brahma aceptó y, siguiendo las instrucciones de Maya, creó todo el universo.
Creó el Sol y las estrellas, la Luna y los planetas. Después, la vida en la Tierra: los animales, los océanos, la atmósfera, todo.
Entonces Maya le dijo: «Qué bello es este mundo de ilusión que has creado.
Ahora quiero que crees un tipo de animal que sea tan inteligente y goce de tal conciencia que esté capacitado para apreciar tu creación». Finalmente, Brahma creó a los seres humanos, y una vez que acabó con la creación,
le preguntó a Maya cuándo iba a empezar el juego.
«Lo empezaremos de inmediato», dijo ella.
Cogió a Brahma y lo cortó en miles de pedacitos diminutos.
Puso un trocito en el interior de cada ser humano y dijo:
«¡Ahora empieza el juego! ¡Voy a hacer que olvides quién eres y tendrás que encontrarte a ti mismo!».
Maya creó el sueño y, hoy, Brahma todavía está intentando recordar quién es.
Brahma está ahí, en tu interior, y Maya te impide que recuerdes quién eres.
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